Decir 30 años es fácil, pero vivirlos en las aulas frente
a grupo, haberlos vivido en esta labor de la enseñanza es donde se encuentra el
secreto de una vida a la que tengo que agradecer por estar aquí.
El M.C. Jesús Ortega Campaña, académico del Instituto
Tecnológico de Guaymas, expresó lo anterior después de recibir este viernes, la
medalla “Rafael Ramírez”, por 30 años de antigüedad.
Compañeros del maestro homenajeado estuvieron ahí para
felicitar a su amigo, el Maestro “Kiki”, apodo con el que mejor se identifica
al catedrático que ha llegado a sus 30 años de servicio en el Instituto
Tecnológico de Guaymas.
¿Qué harás con la cantidad que recibes?, se le cuestiona.
Y el maestro responde entre tranquilo y risueño: “pagar deudas”. Y la pregunta
obligada: ¿Qué es lo que más te ha gustado recibir de estos 30 años de labor? “Los aplausos, ver crecer a jóvenes que por unos cuantos años pasan por estos
pasillos y luego verlos hacerse gente de bien, personas que hacen algo por la
humanidad”.
“He tenido muchos alumnos, muchos y de todos guardo
recuerdos, pero hay algunos de los cuales me siento más que orgulloso. Uno de
ellos es Juan Alfredo Moncayo, que llegó a ser incluso director de este
Instituto. He tenido como alumnos a personajes que llegaron a tener puestos
importantes: alcaldes, directores de otras escuelas, hay hasta una funcionaria
de la DGEST (la Dirección General de Educación Superior), muchos y muy variados
que han ido logrando una vez que son profesionistas. Y eso es también motivo de
satisfacción”.
Ortega Campaña tenía 25 años cuando ingresó como maestro
en el entonces ITMAR en aquel año que el hoy llamado ITG inició sus labores en
este puerto para formar profesionistas de nivel licenciatura. Y en una
remembranza compartida narró que para él fue muy grato recibir la noticia
cuando fue aceptado en este tecnológico para dar clases.
Él recién había
egresado de la carrera de Ingeniería Química de la Universidad de Sonora. “Yo
estaba desempleado y preocupado porque tenía una hija de 2 meses de edad y
tener una familia sin tener un trabajo jamás ha sido fácil, así que saber que
de pronto pasas a formar parte de una institución con un trabajo seguro fue una
excelente noticia.
Y por eso agradezco al ITG por este trabajo, gracias al cual
he podido lograr lo que antes eran apenas los sueños de un joven: tener una
casa, un carro, un lugar dónde vivir con mi familia que ha crecido, pues
actualmente mis dos hijos son ya profesionistas. Alejandra, la mayor, la niña
que apenas tenía dos meses al llegar yo aquí, hoy es catedrática de este
Instituto.
Y ahora soy hasta un afortunado abuelo de un niño de 10 años:
Cristian Andrei Cota Ortega, quien es un alumno muy listo y siempre está cerca
de mí. Teniendo todo eso y disfrutando mi afición preferida, el beisbol, es muy
poco lo que puedo pedirle a la vida y sí agradecerle mucho, el estar aquí y en
buenas condiciones de salud afortunadamente”
En resumen, el maestro responde, a pegunta expresa, que
lo único que pide ahora a estas alturas de la vida es: “Seguir conviviendo con
mi familia, disfrutar el rey de los deportes (asistir a los juegos o
escucharlos/verlos por radio o televisión). Y bueno, a la vida le pido salud y
que este tecnológico siga creciendo. Me queda agradecer al ITG por todo lo q me
ha dado”, por todo lo que he tenido la suerte de vivir aquí y por todo lo
gratificante que es ver pasar generaciones de muchachos que llegan con sus
sueños propios y luego logran hacerlos realidad”.
Finalmente, declara que por el momento seguirá dando clases
hasta cumplir los 60, pues asegura sentirse saludable y con ganas de continuar.
“Me siento muy bien de salud y controlado y eso se lo agradezco mucho a la vida
y a Dios”.