viernes, 11 de abril de 2014

Ortología, la acepción

Ventura Cota borbón
Todos los hombres –para no ser excluyente, agrego que-, y también las mujeres, aunque el término que pude usar fue por antonomasia, sin excepción, en algún momento de nuestras vidas al hablar o escribir hemos cometido yerros de todo tipo, especialmente ortográficos, sin dejar de lado los barbarismos, pleonasmos, cacofonías, galimatías, y un largo etcétera.

Nuestro español conocido también como Lengua de Castilla, de Cervantes o incluso Romance, es un idioma muy difícil de aprender. Afortunados somos quienes nacimos bajo la égida de este bendito lenguaje ya que se nos facilita el poder entenderla y por ende, expresarla mejor que quienes no conocen o conocen poco sobre ella.

Cada día en el transcurrir de la cotidianidad, oímos y vemos cómo los errores expresivos nos hacen su presa e incluso éstos también acogen a quienes en teoría deberían estar exentos como son ciertos licenciados, maestros e incluso doctores, pero que les gana la “brutez” y caen.

Por ejemplo, por mencionar hoy unos cuantos que me tocó oír y leer:

En la Radio esta mañana un “guaymeño” –él inventó este gentilicio. Los oriundos de Guaymas, somos guaymenses, nos guste o no-, muy conocido dijo enfáticamente que debe hacerse uso del erario público [sic] para resolver la huelga de la UNISON. 

Obviamente siempre nos dejamos llevar por lo que comúnmente dicen los demás sin tomarnos la molestia de investigar si tal palabra es correcta o no. Con decir ERARIO es suficiente, ya que éste son los bienes o hacienda del estado por tanto son públicos. Emplear ambos términos nos hace caer en la redundancia o en un pleonasmo.
    
En un boletín emitido hoy por el Ayuntamiento de Guaymas, por decir HOMÓLOGOS (persona que ejerce un cargo similar a otra) escribieron HOMÓNIMOS, que son las palabras que se escriben o pronuncian igual pero con distinto significado. Lo mismo sucedió hace días cuando se refirieron a ENSERES domésticos, escribiendo ENCERES [sic]. Ambas palabras son muy distintas.

Tampoco es lo mismo CIMA que SIMA. Son palabras homófonas y a la vez antónimas.

En cierta ocasión platicando con una persona, me dijo que su hermana padecía de “trasvestismo”. No quise quedarme con la duda y le pedí perdonara mi ignorancia pero que no entendía. Ella apenada me dio un “sinónimo”: es que está bizca. Lo que indica que me quiso decir que tenía estrabismo.

Ya para terminar, ¿sabían ustedes amables lectores que no es lo mismo doctor, médico y cirujano? ¿Qué adolecer no es lo mismo que carecer? ¿Que sendos no significa inmensos, grandes? ¿Etcétera?

Ni modo, son lapsus que a veces nos agarran y nos hacen parecer brutos. Porque no ha de negarse que todos, sin excepción cometemos yerros al escribir o hablar. Nadie está exento de ello.

Cuando fui profesor de una preparatoria me preguntó un alumno de la materia de Taller de Lectura y Redacción: “Profe, ¿cuál es la mejor manera de tener una buena ortografía? Mi respuesta fue sucinta: Leer. He dicho.