Ventura Cota borbón
Todos los hombres –para no ser excluyente, agrego que-, y
también las mujeres, aunque el término que pude usar fue por antonomasia, sin
excepción, en algún momento de nuestras vidas al hablar o escribir hemos
cometido yerros de todo tipo, especialmente ortográficos, sin dejar de lado los
barbarismos, pleonasmos, cacofonías, galimatías, y un largo etcétera.
Nuestro español conocido también como Lengua de Castilla, de Cervantes
o incluso Romance, es un idioma muy difícil de aprender. Afortunados somos quienes nacimos
bajo la égida de este bendito lenguaje ya que se nos facilita el poder
entenderla y por ende, expresarla mejor que quienes no conocen o conocen poco
sobre ella.
Cada día en el transcurrir de la cotidianidad, oímos y
vemos cómo los errores expresivos nos hacen su presa e incluso éstos también
acogen a quienes en teoría deberían estar exentos como son ciertos licenciados,
maestros e incluso doctores, pero que les gana la “brutez” y caen.
Por ejemplo, por mencionar hoy unos cuantos que me tocó
oír y leer:
En la Radio esta mañana un “guaymeño” –él inventó este
gentilicio. Los oriundos de Guaymas, somos guaymenses, nos guste o no-, muy
conocido dijo enfáticamente que debe hacerse uso del erario público [sic] para resolver la huelga de la UNISON.
Obviamente siempre nos dejamos llevar por lo que comúnmente dicen los demás sin
tomarnos la molestia de investigar si tal palabra es correcta o no. Con decir
ERARIO es suficiente, ya que éste son los bienes o hacienda del estado por
tanto son públicos. Emplear ambos términos nos hace caer en la redundancia o en
un pleonasmo.
En un boletín emitido hoy por el Ayuntamiento de Guaymas,
por decir HOMÓLOGOS (persona que ejerce un cargo similar a otra) escribieron
HOMÓNIMOS, que son las palabras que se escriben o pronuncian igual pero con distinto
significado. Lo mismo sucedió hace días cuando se refirieron a ENSERES
domésticos, escribiendo ENCERES [sic]. Ambas palabras son muy distintas.
Tampoco es lo mismo CIMA que SIMA. Son palabras homófonas
y a la vez antónimas.
En cierta ocasión platicando con una persona, me dijo que
su hermana padecía de “trasvestismo”. No quise quedarme con la duda y le pedí
perdonara mi ignorancia pero que no entendía. Ella apenada me dio un “sinónimo”: es que está bizca. Lo que indica que me quiso decir que tenía estrabismo.
Ya para terminar, ¿sabían ustedes amables lectores que no
es lo mismo doctor, médico y cirujano? ¿Qué adolecer no es lo mismo que
carecer? ¿Que sendos no significa inmensos, grandes? ¿Etcétera?
Ni modo, son lapsus que a veces nos agarran y nos hacen
parecer brutos. Porque no ha de negarse que todos, sin excepción cometemos
yerros al escribir o hablar. Nadie está exento de ello.
Cuando fui profesor de una preparatoria me preguntó un alumno de la materia de Taller de Lectura y Redacción: “Profe, ¿cuál es
la mejor manera de tener una buena ortografía? Mi respuesta fue sucinta: Leer. He
dicho.