Nunca, desde hace unos veinte años que leí un par de
libros autoría del ex presidente José
López Portillo y Pacheco, creí volver a ver tantas sandeces juntas y
curiosamente también salidas de la boca(?) de otro ex mandatario: Vicente Fox Quesada. Un panegírico
indubitablemente.
Fox y sus locuras
Vicente Fox Quesada con la belicosidad que siempre le ha
caracterizado asume actitudes propias de un “estadista”, por supuesto que nunca
lo fue.
Defiende lo indefendible, suelta de su ronco pecho retos
que sabe no podrá ganar. “Apoyé al candidato (Enrique) Peña Nieto –aun
sobre su correligionaria (Josefina) Vázquez Mota - Porque busqué una vez que fuera presidente negociar
tres de las más importantes reformas que el país necesitaba. En la Fiscal me
quedó debiendo [sic], pero siempre lo hice por amor a México [sic]”. Más que
estúpido el pillo desmemoriado.
Defiende a capa y espada la presunta no intrusión de sus
hijastros en el tema de moda: el fraude de Oceanografía. Dijo que la “mota” hay
que legalizarla para quitarle el delito y que sean los propios narcos quienes
la comercialicen [sic].
Algo sensato, según puede apreciarse, es que culpó a (Felipe) Calderón Hinojosa sobre la tonta lucha en contra del crimen
organizado y el echó en cara los más de ochenta mil muertos de su sexenio a
quienes echaron en una fosa virtual para no saber nada de ellos. Ya ciertos
comparseros de Acción Nacional le pidieron cuentas sobre su acusación.
En fin, comentar todo lo hablado por el grandote y
belicoso guanajuatense será ocioso, simplemente hay que dejar ver su grandilocuencia
para expresar mentiras a medias o verdades a medias, según usted crea precisar.
En el verano del año 2000 Fox engaño a mucha gente, entre
ellos yo. O mejor dicho más que engaño depositamos la confianza en él,
resultando al paso del tiempo una verdadera pifia fraudulenta.
Ni modo, en la política sólo pueden medirse los actos de
dos maneras: mentiras y mentiras. He dicho.