La tarde del martes próximo pasado tuve la oportunidad de
platicar largamente con dos personas quienes trabajan a bordo de un crucero
internacional, y les comentaba –según mi punto de vista-, acerca de lo
maravilloso que debe ser laborar en un barco de turismo y sobre todo de esas
características (Azamara Quest).
Uno de ellos de nombre Anamitra Reena, originario de la India, es bar-tender de la
cubierta correspondiente a zona de albercas. Una vez que entablamos plática y
agarró confianza, me dijo que en realidad y contrario a lo que pudiera creerse,
andar navegando es muy “pesado”. Sí es cierto, me dijo, que ves y conoces a
mucho tipo de gente, sin embargo llega un momento en que la rutina te envuelve
y lo que en un principio disfrutabas, después se vuelve tedioso y monótono.
Claro que también hay pasajeros muy amables con quienes
puedes platicar y sacarlos de dudas en cuanto a lo “placentero” que puede ser
andar a bordo de este navío. Naturalmente que a ellos no puedo decirles lo que
a ti te confieso, me dijo Reena. Es como todo, hay experiencias tanto positivas
como las de la otra moneda.
¿Rol de trabajo? Estoy a bordo seis meses y bajo de
vacaciones dos o tres dependiendo de las necesidades de la empresa. El sueldo
es bueno para la oficialía, mas para los de menor rango, aunque es aceptable,
considero que podrían mejorarlo. Mi cabina la comparto con dos tripulantes más.
Regularmente nos acomodan a quienes somos del mismo país.
También sostuve una charla con Armando Poroste de Uruguay. Él es gerente de piso de la zona
denominada de arte y diversión (él fue quien me dijo el precio del dibujo hecho
por el genio Picasso). Mismas preguntas que a Reena y casi similares
respuestas.
Armando quería ir a nadar a San Carlos, sólo que por la
premura de la estadía del buque, casi le era imposible ir y regresar antes del
zarpe, por eso, decidió que sería en Loreto, B.C. –siguiente puerto del Azamara
Quest-, donde tomaría el baño playero.
¿Cómo es el trabajo a bordo de un buque como éste? Se
gana bien y hasta puede resultar placentero cuando inicias debido a razones
obvias (conocer otros países, costumbres y gente), sin embargo una vez que ya
tienes algo de tiempo, es como cualquier otro trabajo que llega a convertirse
en rutinario y naturalmente te aburres.
Aparentemente es un área suficiente para desenvolverte en
tu cotidianidad, pero los casi veinticinco mil metros cuadrados que mide esta
isla [sic] no basta para desarrollar tu vida. Después de varios días en que
sólo ves mar y cielo, te sientes prisionero en una jaula de oro, pero
prisionero, me dijo.
No es tan agradable como muchos puedan pensar, en
realidad es un trabajo como cualquier otro, pero sin la libertad de cada vez
que termines tu turno, poder ir a tu casa y ver a tus hijos, esposa, padres,
familia en general.
Esos testimonios de un par de tripulantes de ese enorme buque,
francamente no los esperaba. Creí que todo era color de rosa. Sin embargo algo
similar me dijo hace tiempo un amigo mío Raúl
Espriú Murillo, quien precisamente él también navega alrededor del orbe y
aunque en buques que hacen distinta labor, la situación en cuanto a encierro y tedio
casi es idéntica.
Y creo que analizando la situación, los marineros tienen
razón. Yo he estado a bordo de buques de manera muy breve y puedo decir que es
placentero, pero en una ocasión por necesidades del trabajo tuve que “aventarme”
más de una semana y eso recuerdo que sí me aburrió bastante.
En fin, como diría el mimo mexicano Cantinflas: “El trabajo es
tan malo, que hasta pagan por hacerlo”. He dicho.