Ventura Cota Borbón
Es
inevitable la comparación y sólo como ejemplo lo haré en este comentario. La
nación vecina, Estados Unidos de Norteamérica, en cuestiones de trato y cuidado
a mascotas, nos lleva miles de años luz de ventaja.
Me
explico a continuación.
Platicaba
ayer con una persona del sexo femenino cuyo nombre no estoy facultado revelar y
sobre todo a quien prometí no involucrar en este relato, y lo que me dijo me
dejó francamente asombrado y con una gran decepción hacia ciertos entes
gubernamentales insensibles.
Mi
amiga me dio detalles de cómo a esas “herramientas de trabajo” –así les
denominan los entrenadores-, les enseñan todo lo relacionado a la labor
específica a que van a ser designada, y conviven con ellos las 24 horas del
día, los siete días de la semana y los 365 o 366 días del año. Hay cariño en la
relación se quiera o no, me confesó.
Dependiendo
del área a revisar, la raza puede variar pero los perros que más se usan son
los pastor alemán, pastor
holandés, rottweiler, pastor belga, labrador retriever. Aunque para labores que no
incluyan defensa o ataque, como lo es detección de drogas en aeropuertos o
lugares públicos, se pueden usar también razas como el springer spaniel galés o beagle.
Todo
bien hasta aquí. Pero lo malo -y he allí la barbarie que a principio de mi
relato hago-, es que una vez que estos canes han cumplido con su servicio al
país, son “dormidos” o ejecutados. Ese es el “pago” que reciben después de dar
casi su vida entera a trabajar.
La
“razón” estúpida que argumentan los encargados de dicho exterminio, es que son
mascotas inventariadas y “saben” mucho por ello deben ser sacrificadas para que
no sean usadas en actividades delincuenciales. En mi opinión, una excusa muy
pendeja.
Si
usted amable amig@ investiga, en la nación del Norte –y otros países más-, las unidades caninas (K-9), una vez que
cumplen su servicio –de seis a ocho años-, en las áreas asignadas, se “jubilan”
y les dan una vida de reyes. Les buscan regularmente un hogar adoptivo y dan
seguimiento a lo que resta de su vida. Sólo son sacrificadas si en el
cumplimiento de su deber son heridas o sufren de algún mal o enfermedad
incurable.
Los
imbéciles encargados de los perros policías en el país –un lugar en el Estado
de México-, deberían cambiar sus “tácticas” y a los animalitos que ya
cumplieron su trabajo, darlos en adopción o qué se yo, pero eso de matarlos es
una barbarie propia de seres insensibles y estúpidos.
Pugnemos
para que se legisle al respecto y podamos brindarle a las mascotas
–cualesquiera que éstas sean-, una vida digna. Finalmente quienes amamos a esos
animalitos, sabemos que son leales y cariñosos con aquéllos que les brindan
exactamente lo mismo e incluso son tan fieles que aunque reciban maltrato,
siempre su cola se moverá en señal de amistad.
Nuestro país es de habitado en su mayoría por bárbaros, por eso nos va como nos va.