Alán Aviña
Pemex según unos produce ganancias por un billón. Según
otros no, es más, se dice que sólo hay reservas petroleras para 9 años más,
pero los otros les contestan que por lo menos hay para 40.
Unos dicen que la reforma será privatizadora, otros que no.
Unos invocan a Lázaro Cárdenas para “modernizar” la paraestatal como ya hace
más de 70 años lo planeaba el general; los otros los refutan y dicen que es un
insulto manchar la imagen de Cárdenas, y que en realidad lo que quería decir es
que Pemex no debe privatizarse.
Mientras, que en el video difundido por Luisa María Alcalde,
diputada del Movimiento Ciudadano, afirma que no se necesita esa tecnología
proveída por capital privado, lo que se necesita, aduce, es que los capitales
privados paguen impuestos para que Pemex pueda comprar esa tecnología.
Unos dicen que Pemex necesita inversión privada para
modernizarse, otros dicen que no está quebrada y que forma parte de las 5
mejores empresas a nivel mundial, que se pone al mismo estado que Wal Mart,
Exxon, etcétera.
El punto es que ¿Cuál argumento es el correcto? ¿La reforma
bajará los precios de Luz, Gasolina, o al contrario, los encarecerá y llevará
todas las ganancias a los empresarios?
El argumento correcto es el que usted guste y quiera, pues
todos pueden ser parcialmente correctos o incorrectos, pues todos esconden
detrás una polaridad argumentativa que deviene de perspectivas políticas
encontradas y no de análisis técnicos.
Seguramente no ha habido una argumentación tan obscena en los
medios desde que Felipe Calderón intentó justificar su “Lucha contra el crimen
organizado”. Lo que está forjando esta lucha de visiones contradictorias,
es una polarización política entre los defensores del petróleo, es decir los
nacionalistas del PRD, y los que prefieren la modernización, es decir, los
priistas.
Curiosamente, el panismo se ha quedado fuera de la jugada,
pues ha sido absorbido por los argumentos del PRI. Su perspectiva
macroeconómica, siempre muy particular ha sido robada de su discurso por el
equipo de Peña Nieto, amenazando con dejar sin identidad al panismo.
No obstante, ¿Qué desenlace podría tener estas campañas
masivas de persuasión? Seguramente la disonancia cognitiva, en pocas palabras,
la desarmonía del sistema de ideas que nos permitía como ciudadanos analizar
las decisiones políticas.
Estos dos tipos de discursos, puede generar una percepción
de incompatibilidad con la realidad, llevando al impasse político. En
pocas palabras, este está caracterizado por una desatención por los temas
públicos, por los problemas de estrés cognitiva que generan.