Alán Aviña
Estudiantes de la Ibero no imaginaron lo viral que se
convertirían los videos que 131 alumnos grabaron para afirmar que su presencia
en la conferencia desastrosa de Peña Nieto en esa universidad, era por
convicción y no como acarreados, tal como Luis Videgaray, coordinador de
campaña del candidato priista aseguraría.
La formación de #YoSoy132 tuvo como escenario por excelencia
las redes sociales. La creación de Hashtags, por ejemplo, los que surgieron
tras al librogate de Peña Nieto, nos mostraron la verdadera magnitud de las
redes. Ahora estas, son actores principales en la escena política.
Facebook es el sitio más visitado por los internautas en
América Latina. En México, el 39% de los usuarios de redes sociales la usan y
el 24% del tiempo que pasan los internautas mexicanos en internet, se lo
dedican a esta red.
Según un estudio difundo por SM Latam, a enero de 2010 había
146 mil cuentas registradas en Twitter relacionadas con México y se estimaba que para finales de ese año
habría 100 millones de usuarios en el mundo.
La clase política, ante el evidente auge de las redes
sociales, ha complementado sus campañas con proselitismo cibernético. Sin
embargo, especialmente para ellos, los efectos pueden llegar a ser
perjudiciales.
Los casos de Las Ladies y Los Glenteman, son el ejemplo
perfecto del cambio sustancial que las redes están creando en la forma de
gestionar la vida pública de los representantes políticos.
La lista de Ladies y Glentleman es robusta y va en aumento.
No reconoce partido político, género y origen. A todos por igual, les puede
llegar el momento de ser parte de la viralidad de las redes.
La Lady Profeco fue la primera víctima. El pasado 26 de
abril Andrea Benítez acudió al restaurante Maximo Bistro. La hija del
procurador esperaba una mesa en particular, pero no se la dieron. Horas después
inspectoras de la dependencia federal llegaron y clausuraron el local.
Algunos comensales comentaron en Twitter y Facebook el
incidente, y la hija del funcionario fue la primera bautizada de la estirpe de
las Ladys.
Después, le siguieron una serie de incidentes más,
relacionados con servidores públicos exponiendo su prepotencia y abusando del
poder.
Sólo que ahora lo hacían ante las cámaras de un celular. Los
videos que pronto serían difundidos en Twitter y Facebook, generarían en 140
caracteres los repudios más originales a los excesos de la clase política.
La Lady senadora, miembro de la bancada perredista en el
senado, insultó a una trabajadora de una aerolínea. Los Glentleman de
Ixtapaluca y Silao, regidores, de Acción Nacional y del Verde Ecologista,
insultaron a policías que intentaban poner orden ante el escándalo que
provocaban en estado de ebriedad. También, la Lady diputada, candidata del PAN
a la legislatura local de Chihuahua por Ciudad Juárez, fue grabada en un video
saliendo de un bar en total estado de ebriedad.
Y la lista sigue. La Lady de Tepoztlán, el Gentleman de
Morelia, la Lady de la Roma, la Lady de Saltillo, entre otros. La última, la
Lady Oaxaca.
El miércoles 17, Martha Patricia Campos Orozco, diputada
local de Acción Nacional, se negó a un arresto en completo estado de ebriedad.
La diputada forcejeó con los policías y rompió un cristal de la patrulla que la
trasladaba ante el juez calificador. Sin embargo, la influyente servidora
permaneció en los separos y pudo salir cuando pagó su multa correspondiente,
tal como cualquier ciudadano.
¿Es posible que las redes sociales estén impulsando un
cambio en la clase política? La prepotencia, el abuso de poder y el
influyentismo de la clase política pueden acabarse con un Hashtag.