Ventura Cota Borbón
Hay en Guaymas y en San Carlos playas
hermosas, lamentablemente y como es del conocimiento público y general, la
mayor parte de esos balnearios, impropiamente están en manos de particulares. Por
supuesto violentando la ley, pero finalmente al poderoso qué puede importarle
dicha infracción.
No recuerdo exactamente qué tantos trienios
hace de aquella entelequia propuesta por un político acerca de una playa que se
pretendió hacer familiar por terrenos industriales del Paraje. Anunciado con
bombo y platillo, el proyecto murió en la cuna.
El hecho es que para la “perrada”, aquellos
que no cuentan (contamos) con vehículos apropiados o incluso con vehículos, nos
es prácticamente imposible ir a las playas de San Carlos, es decir, en las que
aún se permite el ingreso al populacho.
A nadie le gustan las prohibiciones,
especialmente cuando éstas nos salpican. Vienen a referencia lo anterior por un
letrero colocado en la entrada de la única playa pública que menciono líneas
arriba y que a muchos les ha causado molestia.
En éste letrero-, se pide a la gente que no
tire basura; no entre en vehículos motorizados y de tracción humana (bicis); no
consuma bebidas embriagantes o lleve botellas de vidrio para evitar que en este
caso, se quiebren y puedan lastimar a alguien; no prender fuego y por último no
meter animales o mascotas.
Creo, es más estoy convencido, que el letrero
de marras no tiene nada de malo. Los mexicanos estamos acostumbrados a hacer lo
que nuestro libre arbitrio nos indique, o lo que es lo mismo: nos vale madre
seguir reglas aunque éstas sean benéficas.
Voy a comentar porqué me convence dicho
anuncio prohibitivo.
La semana próxima pasada –el domingo-,
estábamos mi familia y yo disfrutando del sol, del viento, del mar cuando de
pronto se suscitó un pelito entre personas que evidentemente estaban bebidas.
Fue coincidencia, estímulo o qué se yo, pero minutos más tarde unos canes se
trenzaron a buenas mordidas.
Además del peligro que representa que una
mascota ande suelta en esa área porque aunque pueden ser animalitos mansos la
reacción ante tanta gente y ambientes desconocidos hacen que se tornen de
cuidado. Y si a lo anterior le sumamos que estos chuchos requieren de hacer sus necesidades, pues…No
habría ningún problema si fuéramos responsables y recogiéramos las heces. Pero
nos hacemos güeyes y el “regalito” ahí queda.
A lo que voy es que aplaudo la labor de la
señora Irma Campillo, administradora
interina del llamado Proyecto Miramar,
porque la verdad si ha habido un antes y
un después desde que ella sumió dicha responsabilidad. No sé si usted concuerde
conmigo en eso de poner ORDEN en ese lugar. Pero de que es necesario, lo es y
ella ha tomado al buey por los cuernos.
Por cierto por lo que he podido averiguar
respecto al proyecto en mención, es que los recursos aprobados para su
terminación –que será en octubre o noviembre de este 2013-, son suficientes
para que los guaymenses y visitantes en general tengamos un lugar digno y bien
cuidado para acudir con la familia a distraernos.