Ventura Cota Borbón
La
desobediencia a una máxima autoridad por parte del entonces jefe de Gobierno del
Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, sumado al inconmensurable abuso de
poder del presidente Fox, la connivencia de gente de poder y otras
circunstancias, llevaron a un conflicto que además de político, fue toral para
la medición de fuerzas. De ello el único que salió perjudicado como siempre,
fue el pueblo.
Guardando
las debidas proporciones y distancias, en nuestro estado se gesta algo similar.
La
tarde de ayer hubo un conato que pudo pasar a mayores. Por fortuna sólo quedó
en eso. Sin embargo los focos rojos están más que encendidos para que a quien
corresponda intervenir debe hacer de modo tajante y definitivo ya que el
encuentro casi se torna bélico y las
previsibles consecuencias no serán de beneficio para ningún bando.
Ojalá
que no vaya a suceder un “briebrichazo” y que los yaquis o los yoris pongan un
muerto o dos o tres o los que sean, para que esto se convierta en una arena
romana en la que la sangre de cualquier bando se riegue sin razón, sólo para
que el señor Padrés o las personas que embaucan y que se dicen defensoras en el
Sur del Estado, satisfagan su recalcitrante actitud egocéntrica.
La
intervención de la autoridad es de ¡ya!
Me
preguntan que si por qué bando me inclino: por el de la legalidad.