viernes, 9 de octubre de 2015

¿Gobierno por políticas públicas o privilegios y cuotas de poder?; el carácter de Claudia Pavlovich ante las resistencias por venir

Por Jesús Susarrey
Advertía el General Eisenhower que cuando un gobierno o sociedad pone los intereses individuales por encima de los principios todos pierden. Esta fue la dinámica de la gestión de Guillermo Padrés pero los sonorenses lo castigaron con su voto y apostaron por el proyecto de la actual gobernadora Claudia Pavlovich  enfocado a ejercer el poder en base a los obligados principios de probidad, eficacia y la preponderancia del interés general.

A pocos días de iniciado su mandato, la Gobernadora ha sido congruente con el proyecto anunciado y ha mostrado capacidades para liderarlo. Parece dimensionar adecuadamente el tamaño del reto, pero sabemos que al momento de traducirlo en políticas públicas topará con resistencias.

Es paradójico -pero no novedad -que algunas de ellas provendrán de grupos y actores de la sociedad política que desde hoy se les percibe más orientados a la defensa de su interés y en coludirse entre grupos y poderes para esos propósitos. Lo mismo puede decirse algunos miembros del sector social y empresarial que buscan el privilegio y los contratos gubernamentales.

El reparto de posiciones burocráticas, de presupuestos y de espacios políticos para sus proyectos personales domina el quehacer de no pocos. Cierto que el fenómeno es consustancial al ejercicio de poder y no pasaría de ser un tema de disciplina interna - que el férreo carácter de la Gobernadora solucionaría sin dificultad -  a no ser porque obstaculiza el complejo proceso de diseño e instrumentación de las políticas públicas.

Las resistencias pueden generar problemas de otras dimensiones. La orientación de las políticas gubernamentales no sólo fueron ya señaladas por la Gobernadora. Son  parte del diseño de su oferta electoral, enriquecida en sus contactos de campaña y son ya temas de la agenda pública. Incorporarlos a la agenda gubernamental traducidas en políticas públicas específicas es tarea obligada que, de no cumplirse, traería  consecuencias que por evidentes no es necesario reseñar.

El debate, la deliberación y el interés general, esencia de las políticas públicas
Es de todos conocido que gobernar por políticas públicas va más allá de la técnica y los programas tradicionales de gobierno. Aportan soluciones específicas e identifica causas originarias, pero implica procesos de participación, discusión y acuerdos con grupos y puntos de vista diversos. Su esencia es la deliberación pública y la preponderancia del interés general sobre particular, por ello son posibles sólo en entornos democráticos.

Los asuntos que preocupan y afectan a la mayoría, principalmente la exigencia de un gobierno diferente apegado a normas éticas y jurídicas son parte ya del diagnóstico y la discusión pública. Eso es lo que hay detrás de las promesas de campaña. No se trata de ocurrencias ni recursos retóricos y su pertinencia es incuestionable. 

Por su obviedad, no debiera ser necesario el comentario anterior pero es útil  para dimensionar el despropósito de quienes exigen privilegios y cuotas de poder y para el cálculo de sus consecuencias. Son incompatibles con las buenas políticas públicas que a su vez, son condición ineludible para la gobernabilidad democrática, obstaculizarlas por el indebido reparto de prebendas de no es una falta menor. 

El rechazo y la irritación en contra el gobierno anterior fue motivada justamente por la sospecha – fundada en algunos casos-  de que sus  acciones estaban guiadas por intereses grupales e individuales. La exhibición de los presuntos desaseos del propio ex -Gobernador y sus principales colaboradores alimenta día a día esa indignación. Repetirlos equivale a algo más que un desafío.

Los expertos prescriben que para diseñar políticas publicas exitosas debe cumplirse el requisito de su legitimidad en tres dimensiones: La de origen, referida a poderes públicos elegidos mediante el voto; la de los medios propuestos para atender los problemas que suponen la búsqueda de consensos y; la legitimidad de los fines que favorece el interés público por encima del privado. El enfoque del gobierno actual apunta en esa dirección, lo difícil es instrumentarlas.. 

La descalificación y la incomprensión de las políticas públicas
A las resistencias señaladas, se suma la descalificación anticipada  y la incomprensión del proceso de gobernar por políticas públicas. Si bien el debate es condición necesaria, los argumentos deben sustentarse en evidencias confiables y verificables. Se estimulan opiniones informadas no burdas conjeturas. Anticipadas, porque muchas de la soluciones son de mediano y largo plazo y requieren metas intermedias.

Se critica con razón por ejemplo que la Fiscalía Anti-Corrupción está lejos aún del ideal planteado. Al margen de la explicación oficial, lo cierto es que disyuntiva era esperar a realizar los cambios jurídicos necesarios y a que en el ámbito federal se termine de definir el sistema nacional, al que deberá acoplarse el Estatal, o; implementar una medida intermedia para intensificar tareas reclamadas con urgencia y que están ya contempladas en la legislación actual. De hecho su omisión es parte del problema.

Quizá sea cuestionable la manera en que fue comunicada  y la duda sobre la imparcialidad del Fiscal por su pasada militancia priista justifique escepticismos, pero como argumentos para descalificar la creación del nuevo órgano fiscalizador son insuficientes. Intensificar la fiscalización es una medida atinada, aún con sus actuales limitaciones. 

Finalmente, se trata es de evitar que la agenda de cambios sea capturada por grupos de poder y que la instrumentación de políticas públicas exitosas no sea obstaculizada por un sentido patrimonialista del quehacer público que sigue presente. Se sabe que combatirlo es insoslayable y conviene no perder de vista a los verdaderos enemigos.