HACE 20 AÑOS, TAMBIÉN…
Vicente Leñero/ Proceso
(Marzo 22, 1994)
PREGUNTA.- ¿Patrocinio se hizo guaje? ¿Informó
mal al Presidente?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- La primera acción militar es en
mayo del 93, cuando el Ejército descubre accidentalmente el campamento donde se
estaba planeando el ataque que se hizo en enero. Entonces, el Ejército procede
como debe proceder un Ejército: descubre un enemigo, empieza a desplegarse y a
cortar, trata de acabar con los guerrilleros… Pero de pronto, a los pocos días,
se sale. Eso no es una decisión militar, es una decisión política. En términos
militares ellos pensaban que el nuestro era un grupo aniquilable. Pero el hecho
de aniquilarlo, o sea, de empezar a poner efectivos, significaba para el
Gobierno Federal reconocer que había guerrilla. Y pensamos nosotros (aquí estoy
lucubrando) que en vísperas del TLC ese repliegue no pudo ser error del
Ejército Federal. Estoy seguro de que fue una decisión política de muy arriba.
Que no pudo ser más que del Presidente de la República.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- El movimiento zapatista es un
llamado de atención. Cuando en el mundo todo estaba diciendo que no a la lucha
armada porque había desaparecido la opción del comunismo, nosotros pensamos que
la gente de aquí iba a decir que ya no al cambio y mucho menos a la lucha
armada. Era lógico, el bombardeo ideológico era fuerte. Pero en las comunidades
sucedió al revés. En ese momento es cuando más gente entra con nosotros, cuando
más gente se incorpora a las milicias del Ejército Zapatista, cuando más
poblados declaran: “No nos están dejando otro camino”. Cuando a nivel
internacional todo está diciendo que no a la lucha armada, el campesino
indígena de Chiapas está diciendo que sí, que sí, que sí.
*Sentado sobre una viga muy bajita que unas patas
verticales convierten en banca, sin respaldo, Marcos responde a las preguntas
de los tres reporteros que aceptó ver en su segundo encuentro público con
periodistas: The New York Times, El Financiero y Proceso. Sólo
una cámara, la de Proceso, autorizada ahí por el Sub para tomarle fotos
desde cualquier ángulo:
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nada más espérese tantito a que
esos compañeros que están atrás se pongan su pasamontañas.
*Y explica:
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Tienen familiares en las
comunidades de aquí que pueden salir perjudicados si los identifican a ellos.
*La plática sobre el EZ –como lo simplifica Camacho–,
sobre los diálogos de paz anunciados para este lunes, sobre la problemática de
Chiapas, sobre las elecciones de agosto, sobre el futuro del país… se había
prolongado con algunas cosas ya muy dichas en comunicados del Comité
Clandestino y del propio Sub, y en la entrevista aquella para La
Jornada yMultivisión.
Machacón, Marcos insistía en sus temas de interés para
aclarar puntos, detallar hechos, precisar conceptos. De pronto, las preguntas
abandonan su lentitud y se convierten en un metralleo encaminado a averiguar en
poco más sobre la personalidad de Marcos.
PREGUNTA.- Ya, subcomandante, dígalo de una vez,
¿quién es Marcos?
+ Como en la retirada de Rancho Nuevo, él se defiende y
contrataca con silencios, chascarrillos escurridizos y risas de un “je je”
suavecito, un poco a veces para adentro. Pero cae más de una vez. Por
supuesto, Marcos no se llama Marcos. Se niega a decir su verdadero nombre y
apellido escondiéndose en un hilito de risa, pero admite que es un seudónimo;
mejor dicho: un símbolo.
PREGUNTA.- Por San Marcos, el primer evangelista
que…
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Dios me libre, no. Contra lo que
diceCarlos Ramírez –y se vuelve para mirar a Oscar Hinojosa–: que me
tomaron unas fotos en los servicios religiosos, quiero decir que el último
servicio religioso en el que estuve fue cuando hice la primera comunión. Tenía
ocho años. No he estudiado ni para Padre, ni para Papa, ni para Nuncio
Apostólico. –Y ríe socarrón.
PREGUNTA.- Quiere decir que no es religioso en el
sentido…
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Pérame. No soy catequista, ni
párroco, ni nada. Pónlo así, porque luego dicen que soy Joel Padrón.
+ El nombre de Marcos lo tomó en realidad de un compañero
llamado Marcos que murió hace años, en esta lucha de su grupo. Un amigo muy
querido que había estudiado con ahínco la guerrilla de Arturo
Gámiz –fundador de la Liga 23 de Septiembre–, mientras él hacía lo mismo
con la de Pancho Villa. Platicaban mucho, intercambiaban ideas, discutían.
Pero luego murió… Y al subcomandante Marcos se le ablanda la voz, de por sí
suave. Mira hacia arriba mientras se levanta el borde resbaloso del
pasamontañas sobre su nariz de lanza.
PREGUNTA.- Un nombre simbólico entonces, ¿como el
pasamontañas?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Por el trabajo de Marcos no se
puede saber quién es Marcos. O sea: si queda plenamente identificado Marcos, y
desaparece, va a traer problemas al Ejército.
PREGUNTA.- No entiendo.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Si desaparece Marcos con
pasamontañas, cualquiera de nosotros se pone un pasamontañas y ése es Marcos.
+ Lo usa sólo ante desconocidos, por supuesto. Lo usaban
varios, desde antes, para protegerse del frío a la intemperie, y como el día en
que atacaron San Cristóbal “hacía un frío de todos los diablos”, muchos se lo
pusieron. Entonces llegó la prensa y un reportero de Televisa le
preguntó: “¿Usted cómo se llama: comandante Tigre, comandante León o comandante
Perro?”, y vió que era útil y se lo dejó.
+ Marcos sólo tiene un pasamontañas. “Para qué quiero
dos”, y se ríe porque se le pregunta cuántos. Son de lana, tejidos en Chiapas,
por supuesto, y comprados en los mercados de San Cristóbal y Ocosingo. Pero ya
no hay en estos días. Vuelve a reir obligado a que se le formen unas patas de
gallo prematuras. “¿A mis 63 años?”, bromea.
PREGUNTA.- ¿Cuántos tiene?, ya en serio.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Blanche Petrich dice que
39, pero no es más que su alucinación femenina. ¿Cuántos dice la PGR? ¿25?
PREGUNTA.- El ocultar la cara es algo insólito en
los movimientos guerrilleros. No se ocultaban Fidel Castro, ni
el Che, ni Tomás Borge.
– Superbarrio –acota Tim Golden,
bromeando.
PREGUNTA.- Da la impresión de clandestinaje, para
ocultar delitos.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No tengo ni siquiera multas de
tránsito.
PREGUNTA.- O para estar aquí hoy con pasamontañas y
mañana en otra parte sin pasamontañas y nadie lo reconoce, Marcos.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No, es más bien –y se pone serio mientras
se oprime la nariz con las dos manos juntas en un gesto muy suyo–… Es más bien
respecto al protagonismo o a la corrupción que va a sobrevenir y a ese mensaje
de que cualquiera puede ser Marcos. Cualquiera, no sólo del EZLN, sino de este
país.
PREGUNTA.- Se relaciona también con terrorismo, y
ustedes no son terroristas, supongo.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Definitivamente no.
PREGUNTA.- O con Sendero Luminoso. Eran los únicos
que habían usado pasamontañas.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- También por el frío, imagino. Los
Andes deben ser fríos.
+ Marcos deja el tono socarrón y da una palmada al
periodista. La posición bajita de la viga-banca lo obliga con frecuencia a
apoyar los brazos sobre los muslos para sostener la espalda que se encorva
mientras la mirada cae al piso. Trenza los dedos de ambas manos.
PREGUNTA.- Por fin en las pláticas qué. ¿Se va a
quitar el pasamontañas?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Tendrá que llegar un momento en
que tenga que quitármelo. Quiero decir, en concreto: En las pláticas no nos lo
vamos a quitar. Ibamos a hablar sin el pasamontañas con el Comisionado, aunque
luego ante la prensa, o ante la policía –acota chistoso– nos lo pusiéramos.
Pero como se da el reconocimiento ese balín de “fuerza política en formación”,
entonces dijimos: No nos reconoces, no nos ves. Ni siquiera a ese nivel de
Camacho.
PREGUNTA.- ¿Cuál es su balance hasta ahora de la
actuación de Camacho?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Hay cambios en Camacho, Agarra una
actitud, y luego como que algo lo está presionando, no precisamente nuestra
fuerza armada. Creo que la federal, el Gobierno…
PREGUNTA.- ¿El Presidente?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- En concreto, sí. O algunos de los
grupos de poder. El hace una propuesta y luego se tiene que desdecir. No por
iniciativa propia, sino porque alguien lo presiona. Se ve que está sujeto a
muchas presiones.
+ Un momento. Moción de orden. Los periodistas se
arrebatan la palabra entre sí y la conversación se bandea de uno a otro tema.
Hay que volver al Marcos del pasamontañas. Al del origen ¿chilango?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No, soy provinciano.
– ¿Nuevoleonés? –pregunta Golden.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Si vas a recorrer los 32 estados
hasta atinarle, no se vale.
– ¿Norteño? –insiste Golden.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No.
+ Marcos dice haber sido periodista profesional, no
estudiantil, que nunca recibió chayote; hizo estudios profesionales,
universitarios; terminó una licenciatura y alcanzó un posgrado. “No se puede
decir”, dice, en qué materia, ni si fue a la UNAM. Pero niega enfáticamente,
con un “nooo” prolongado, como de repulsa, ser el antropólogo que la pregunta
de Oscar Hinojosa le dispara.
Se amplía en cambio al contar su experiencia en el 83,
cuando un grupo de doce muchachos congregados como grupo político decide ir a
Chiapas a eso, a politizar.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nos sentíamos invencibles,
sentíamos que con nuestra pura convicción podíamos derrotar a cualquier
ejército. Empezamos entonces a hablar con las comunidades, de donde vino una
lección muy grande de ellos para nosotros. La organización democrática o de
vida social indígena es muy honesta, muy clara. Es muy difícil hacerse pato o
corromperse. Además, vimos morir a mucha gente, a muchos niños. Se nos morían
en las manos mientras nos dedicábamos a campañas de salud que el gobierno no
hacía y las tuvimos que hacer nosotros. No por asistencialismo, sino porque era
nuestra gente. Campañas de vacunación, de hacer registros. Durante mucho tiempo
nuestra tropa combatiente estuvo haciendo eso. Y se nos moría la gente. Había
niños así, de cuatro o cinco años, que jugaban a ser zapatistas y decían:
‘Cuando sea grande voy a ir a vacunar’. Pero cuando los veíamos al otro día ya
estaban muertos de diarrea, entre calenturas…
Las niñas jugaban antes de la guerra, y ahora más, a que
cuando fueran grandes, en lugar de casarse, se iban a ir a las montañas a hacer
sus vidas, a aprender español, que para una mujer indígena es casi imposible.
De ahí a aprender a manejar un arma es un salto muy grande. Entonces, cuando
ellos se deciden a ponerle un plazo a la guerra nos dan ese argumento: “¿Cuál
es el problema si la muerte es nuestra? Nomás que ahora vamos a decidir cómo
vamos a morir. Te vienes o te quedas?”, nos decían. Y nosotros no podíamos
contestarles: “No, espérate otros cinco años a ver si el nuevo Gobierno que va
a entrar en el 95 va a cambiar”.
No teníamos derecho, porque cada año que pasaba pues
nomás contábamos muertos y muertos. Entonces, con esa lógica de muerte, nos
decidimos por la lucha. Los compañeros nos enseñaron la montaña: nos enseñaron
a caminar, a cargar. Y la única forma en que te aceptan es cuando cargues igual
que ellos, cuando camines igual que ellos, cuando te chingas igual que ellos.
Entonces sí te aceptan.
PREGUNTA.- ¿Y eso lo comprometió para siempre,
Marcos? ¿Pensaba en un principio ir y regresar?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Le aposté todo a la montaña. De
una vez que lo sepa el Gobierno: si van a ofrecer una gubernatura, o algo: No.
+ Marcos no es casado, ni tiene compañera.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Tampoco soy homosexual.
+ No puede decir si es ateo o religioso.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Los compañeros me prohibieron usar
esas palabras. Porque si dices que eres religioso, van a decir que el
movimiento es religioso. Si dices que eres católico, van a decir que es
católico. Si dices musulmán, lo mismo. Lo que digas.
PREGUNTA.- Pero la fe de los indígenas debe ser muy
contagiosa.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Son dos. Hay la que está en los
libros y hay la que está en la montaña. Cuando los compañeros entran en la
montaña aprenden historias que vienen de muy lejos y que oyen durante la
guardia, o en la fogata. Historias de aparecidos, de mundos mágicos que
coinciden entre una etnia y otra; historias del mucho miedo que produce la
montaña. Qué triste es la montaña, ¿verdad? Pues sí, sí es. Hay historias que
bailan en la montaña… No sé si me doy a entender y si entiendo lo que me
preguntan.
+ El tema de la magia y de la fe invoca al de la muerte.
Marcos ya dijo que está preparado para la muerte.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Sí, estoy viviendo de prestado,
porque nosotros pensábamos que el primero de enero se nos iba a caer el mundo
encima. Cuando llega el día dos, y pasa, todo es extra. Por eso ahorita estoy
escribiendo como loco todo lo que no escribí. Y si Petrita le escribe
una carta al subcomandante Marcos, yo le tiro todo lo que quise decir algún día
y no dije. Le mando seis, siete, ocho cuartillas a Petrita. Nada tengo que
perder. Así que si me van a criticar mi estilo literario, me tiene sin cuidado.
Si les gustan las cartas o no les gustan, también me vale madre.
+ Marcos escribía literatura en sus tiempos literarios y
publicó algo con su nombre, “pero no lo vuelvo a hacer”. Dice que es una
literatura para dársela a las mujeres, no para publicar.
PREGUNTA.- Poesía. Eres poeta.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Leí una entrevista de Heberto
Padilla que dice: “Pos a ese Marcos dénle una gubernatura o publíquenle un
libro y lo calman. Se ve que es poeta. Todos los guerrilleros son poetas”.
+ De chavo, Marcos leyó a Neruda, a León
Felipe, a Antonio Machado, aVallejo. A Ernesto Cardenal y
a Borges los leyó después. Y a los mexicanos Efraín
Huerta, Rosario Castellanos, Sabines, Montes de Oca.
De Paz sólo le gustan los ensayos de poesía, dice.
Aunque es buen lector de Carlos Monsiváis y
recuerda entre sus primeras lecturas “Días de Guardar”, no confiesa
si el estilo chacotero de sus mensajes desde la montaña tiene influencia de
Monsi, ¿o deIbargüengoitia? Nomás se ríe.
No escribe esos mensajes en computadora o en máquina
eléctrica, como pudiera suponer quien lee esos originales firmados con la
palabra Marcos manuscrita en cada hoja. Los escribe a mano, o los dicta, y
luego alguien los pasa a máquina y los imprime en hojas que tienen previamente
la firma trazada por él. Antes tenía una máquina portátil, mecánica, Olivetti,
para las órdenes operativas, pero fue lo primero que botó cuando salieron
corriendo de Rancho Nuevo.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Pregúntenle a Godínez si la tiene.
Creo que no.
+ También fue deshaciéndose de los muchos libros que
leía.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- En la montaña cargaba libros, y
luego me regañaban. Que por qué los cargaba. Era un suicidio, la verdad. Cuando
uno llega quiere traer la biblioteca completa, ¿no? Pero como te dan la carga
pareja de balas, alimentos y todo, y además llevas libros, pues terminas
botándolos porque nadie te dice: “Bueno, tú ya llevas tantos libros, entonces
te voy a quitar balas”. No, cargas lo mismo… Y los fui botando en los distintos
campamentos.
+ Eran muchos, dice. De buen lector. De Monsiváis; de la
Poniatowska, de“La Noche de Tlatelolco”. De
todo Cortázar, Fuentes, Vargas Llosa“cuando todavía era
digerible”, y García Márquez, “que es aparte; o sea especial, pues”.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Cuando llegamos a la montaña
estábamos muy solos, y luego iba algún oficial y decía, como en la obra de
García Márquez: “Marcos no tiene quién le escriba”, porque andaba yo
tristeando.
+ Desde luego, carga muchas lecturas políticas, que no
detalla, a excepción de sus primerísimas primerísimas de “Los
Agachados” y “Los Supermachos”, de Rius:
SUBCOMANDANTE MARCOS.- En la provincia, la política
llegaba porRius, o no llegaba. Y aprendí el inglés –se pone a reir porque la
pregunta viene de Tim Golden– leyendo el “Playboy” y
el “Penthouse”. Hablo inglés como el Caltzontzin Inspector: ‘Esta
table es green’, ‘The pencil is okey’. Más bien lo leo porque tuve que traducir
los manuales del Pentágono nortamericano. No hablo ruso. No hablo chino, ya
párenle.
+ De la frivolidad de este hombre que hace bromas y se
ríe a cada rato como un muchacho preparatoriano sencillo, natural, travieso, se
pasa de golpe, en otros momentos de la conversación, al radicalismo y a las
visiones de una política utópica, que por momentos se antoja ingenua, idílica,
del subcomandante Marcos del Ejército Zapatista que desde principios de año
puso patas para arriba la política nacional.
No se mueve del incómodo asiento de la viga con patas. La
abertura de su pasamontañas parece el gajo de una mandarina chisgueteando
miradas.
Detrás de él dormitan, cada vez en mayor número, los
miembros del ejército, que de sentados en el piso se han ido resbalando hasta
quedar tendidos. Se arropan con la cobija, se acomodan para el sueño. Las armas
han quedado apoyadas contra la pared, como palos de escoba, o de labranza. Se
diría que está contento de platicar con extraños de la ciudad, porque aunque
Marcos ya tiene quién le escriba montonales de cartas, vive atrapado y lejos de
lo que llamamos la civilización.
Se pone nostálgico cuando recuerda el grupo de doce
compañeros que llegaron a Chiapas en el 83. De doce se volvieron diez al poco
tiempo; dos murieron; cinco están en otro lado –dice escuetamente, pero podría
pensarse que siguen radicales en algún sitio, o a lo mejor renunciaron de
plano– y quedan tres. El y los otros dos que deben ocupar puestos importantes
de los zapatistas en zonas clave de Chiapas, pero a los que Marcos no alude,
quizá por cuestiones estratégicas.
Se pone emocional cuando habla del miedo. Temor a que las
operaciones fracasen o a que los combatientes no sobrevivan en los ataques:
como sucedió en las tomas de los municipios de Oxchuc e Ixtán. Y él era el
responsable del operativo.
PREGUNTA.- Pero el miedo es personal, Marcos. Ese
miedo que se encaja en el estómago.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Ah sí, cuando te están disparando
y se siente que todo se afloja. A mí se me quita el hambre. A otros, como ese
compa –y se vuelve de lado para señalar a uno de los despiertos todavía en el
salón–, les da más hambre. Pero luego se centra uno en el mecanismo de la
respuesta, y ya no se da cuenta ni siente miedo. Hasta después, cuando te
acuerdas: ‘¡Puta Madre!, cómo hice esa pendejada de aventarme solo, adelante,
sin tener flancos que me protegieran’. Sientes que todo se afloja con el miedo,
ésa es la verdad.
*Se pone racional cuando habla del mito en que se ha ido
convirtiendo el subcomandante Marcos.
PREGUNTA.- ¿Te molesta?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Me es inverosímil.
PREGUNTA.- Lo ves prudente…
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No lo veo. Yo no tengo ningún
beneficio ni sabemos si a la organización le conviene. Yo no sé nada, pues. Qué
está pasando. Nomás me entero cuando el periodista se enoja porque no le doy
una entrevista. Y digo: ‘De cuándo acá soy tan famoso que me regañan porque soy
exclusivista, y que los reflectores y que no se qué’. Eso es pura ideología,
como dicen allá arriba, ¿no? Nosotros no tenemos ningún caudillismo.
PREGUNTA.- ¿No?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- En el interior nuestro no produce
ningún efecto.
PREGUNTA.- ¿No genera envidias, celos entre sus
combatientes?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- La autoridad moral de Marcos –el
subcomandante se pone enfático y agita los dos dedos mayores como resorte– no
vino el primero de enero. Se la ganó desde antes, entre la tropa. Si ahora
dicen allá afuera que qué bonito escribe lo que sea, a los de aquí les vale
madres. Como quiera, siguen respetando a Marcos por lo que pasó antes, no por
lo que se dé ahora.
+ Ya empieza a clarear. Por la puerta que se abre de
momento, hacia el espacio libre de la montaña, ya no se asoma la noche oscura
de los viajeros ciegos que llegaron por brechas imposibles hasta la guarida
ésta del guerrillero. Se ve la lloviznita y se siente el sopetón del aire colado
hasta el salón. Se anuncian ramitas verdes que cuelgan de la techumbre, y las
claridades de un lento amanecer.
Marcos no parece tener frío. Sobre la mucha ropa que se
presente sobre el tronco del guerrillero, cae el grueso jorongo negro de lana
que en Chiapas se llama chuj. Y encima todavía, en equis, como amarrándole el
alma, las dos carrilleras repletas de balas; unas rojas, grandísimas, de
escopeta, y las otras quién sabe.
Se rasca el pasamontañas, abajo, a la altura del maxilar,
en lo que parece un tic o una insistente comezón.
PREGUNTA.- ¿Le pica la barba, Marcos?
+ Marcos mira a Tim Golden como diciéndole: “Ah canijo”,
y bromea:
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No tengo barba. Soy lampiño.
+ Mientes, desde luego. A la distancia de un metro, de
ladito, se puede ver a veces asoman delatores, por el hoyo bocal del
pasamontañas, los pelos de una barba que tropieza en el labio inferior. Es una
barba gris, pero parece tupida y sólida. También del óvalo abierto de la cara,
por el borde superior donde remata el tejido, asoma un mechoncito de cabello
negro, no castaño, que escapa hacia la sien.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No le ayuden a la PGR –protesta
Marcos cuando Tim le insiste con lo de la barba.
+ Es casi su última sonrisa de la plática –es un decir–,
porque de los misterios de un personaje que para Castillo Peraza recuerda el
mito endeble de “Robin Hood”, y para otros es galán inalcanzable al estilo
Kevin Costner, o un “Rambo” haciéndola de villano izquierdista, o simplemente
un ídolo de moda… de los misterios estrictamente personales, se pasa o se
regresa, en esta plática, a los problemas serios que generó y sigue generando
el estallido zapatista.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nosotros dijimos, desde el
principio, que no queríamos el poder. Dijimos: ‘Tiene que caer Salinas de
Gortari y hacerse un gobierno provisional’. Lo que yo señalé es que no le
íbamos a imponer a la sociedad civil –usa el término acuñado, aunque le choca,
dice– nuestra voluntad por las armas. No la íbamos a tomar de rehén. Al
gobierno sí, pero a la sociedad civil no.
– El punto fundamental para usted –pregunta Golden–
¿sería la composición del Instituto Federal Electoral, del Tribunal Electoral,
de autoridades electorales?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Hay otra opción. Que renuncie
Salinas y se forme un gobierno de transición, y ése sí organice, según las
actuales leyes electorales. Lo que decimos nosotros es que el árbitro tiene que
ser realmente imparcial. Entonces hay dos opciones: reforma a la Ley Electoral
para darle imparcialidad a alguien, o renuncia el Gobierno Federal y se forma
un gobierno de transición, y ese califica.
PREGUNTA.- ¿Y si eso no se da?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Seguiremos alzados. Tal vez
peleando, tal vez no.
PREGUNTA.- ¿Cuál es su análisis crítico de los
candidatos, Marcos? DeColosio, de Cuauhtémoc, de Fernández de
Cevallos.
+ Marcos baja la vista y se queda pensando un rato más
largo que de costumbre. En lo general ha respondido aprisa, como quien regresa
la pelota en un frontón. Ahora lo piensa y mira de frente, como disculpándose:
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Precisamente es de las cosas de
las que no puedo hablar todavía. No me lo permite el Comité. El Comité me dice
que en el caso de los partidos políticos debo ser muy cuidadoso. Los del Comité
están muy orgullosos de mantenerse independientes, cuando menos hasta ahora. Y
si nosotros empezamos a opinar de uno o de otro, va a parecer que el EZLN está
con un partido. O que se dijo algo para molestar a otro partido. Mientras no
tengamos claro qué dicen uno u otro, piensan los del Comité, qué ofrecen uno u
otro, no debemos decir nada. En lo concreto: me lo prohibieron a mí…
+ Tim Golden distrae el tema porque ha advertido las
armas apoyadas en la pared, y la carabina de un vigía que ha permanecido hasta
la madrugada con los ojos abiertos sin pestañear.
PREGUNTA.- ¿Qué son esos que parecen como Stoper de
AK? –Tim es un experto–. ¿Son carabinas o son…
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Son carabinas AK: donativos de la
PGR y del Ejército Federal.
PREGUNTA.- ¿Y son Uzis las que llevaban los compañeros
de antes, o Mac 10?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Mac 10. Nomás que les hicimos una
adaptación.
PREGUNTA.- ¿Cómo las consiguieron?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- En Estados Unidos. Creo que nomás
compramos dos. Valían en ese entonces como 200 dólares. Pero es muy poco lo que
pudimos conseguir ahí, porque la legislación norteamericana es muy estricta.
PREGUNTA.- Pero si los policías mexicanos van a
Arizona a comprar sus armas…
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nosotros las comprábamos a los
mexicanos, era más fácil. Lo que nunca pudimos encontrar es un traficante de
armas. Si lo hubiéramos encontrado, ahorita estaríamos hablando en el Cerro del
Ajusco.
+ Y Marcos se ríe. Ahora sí muy abierta, sonoramente
asombrado de su propia exageración. Tal vez la sueña, pero ni él se la cree.
El tema de las armas se asocia con la guerra. Y el tema
de la guerra se instala cuando los malos augurios de los pesimistas hacen temer
el fracaso del diálogo que ya mero empieza. Parece que ahora sí.
PREGUNTA.- ¿A quién le ha servido la tregua?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Al Gobierno le ha servido ese
“impasse” para acabar de acomodar sus fuerzas, completar su información de
inteligencia, delinear dónde estamos para golpear sin tocar a la población
civil. Todo ese tiempo le ha servido al Gobierno para eso.
PREGUNTA.- ¿Ustedes consideran la posibilidad o el
riesgo de que se emprenda una ofensiva de aniquilamiento? –pregunta
Hinojosa, siempre formal.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Definitivamente. Cualquier oficial
de los cuadros medios dice que en ocho días. Y eso lo dijeron hace cuatro.
Entonces me quedan cuatro días –papalotea las cejas–. El Ejército Federal ya
nos tiene cercados para chocar con nosotros y aniquilarnos. No creo que la
situación pueda variar. Ya nada más hace falta que empiecen a avanzar los
tanques, a menos que suceda algo que deteriore ese impulso. La presencia de las
guardias blancas, podría ser. Los finqueros que se están armando; mejor dicho:
que se tienen que rearmar, porque nosotros los habíamos desarmado ya. Se pueden
rearmar y empezar a dar golpes.
+ Marcos parece estar preparado para repelerlos. Con sus
carrilleras cruzadas, con la escopeta que dejó por ahí y una pistola que se
antoja extraña para el ígnaro, atada a su cinturón en el flanco derecho, se ve
en situación de alerta. Tiene las botas puestas, como dicen. Enlodadas, por
cierto, de tanto chapalear por las veredas de cuántos territorios en la montaña
y en la mítica Selva Lacandona.
PREGUNTA.- Se le ve pesimista respecto al diálogo,
Marcos.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- La agenda no nos importa tanto,
porque finalmente será también producto de un proceso de negociación. Nosotros
queremos hablar con todos los que se pueda. Que sepan qué es lo que queremos
nosotros y qué es lo que quieren ellos, y que cada quien jale por su lado sobre
un punto en común. Pero finalmente, digo: ¿A qué se va a comprometer el
Gobierno si se firma el acuerdo de qué cosa, con quién si no existe?
PREGUNTA.- El comisionado tampoco existe como figura
jurídica. ¿Quién garantizaría entonces los acuerdos que surjan del diálogo?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Si el Gobierno Federal tiene
realmente voluntad, tendría que darle figura jurídica al papel del comisionado.
O formar una comisión que precisamente se encargue de eso.
PREGUNTA.- ¿Eso lo plantearían ustedes durante el
diálogo?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nosotros diríamos: Bueno, de estos
acuerdos que vamos a tomar, qué. ¿De veras quieren llegar a acuerdos, o nomás
nos encerraste aquí para hacer lo que de todos modos vas a hacer? Si realmente
tienes voluntad, cuál estructura va a realizar eso. Porque sí, este comisionado
no existe.
PREGUNTA.- Se ve muy a largo plazo el proyecto de desarme
del Ejército Zapatista.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Llevamos esperando 500 años, dicen
los compañeros. Podemos esperar otros 500.
PREGUNTA.- ¿Qué verá y qué no verá la prensa durante
las negociaciones?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- La cuestión es operativa –dice
Marcos–. Por ejemplo, si nosotros vamos a plantear, como de veras lo van a
plantear los compañeros del Comité, los estatutos de autonomía, nosotros
necesitamos asesoría jurídica. Qué reformas es necesario hacer a la
Constitución, qué leyes tomar en cuenta para formular la propuesta concreta.
Todo eso. En ese estira y afloja de que si se reforma o no la Constitución, o
cómo se puede hacer, no va a estar la prensa metida. Pero lo que sí debe ser
público, abierto, es cuando nosotros declaremos: Nosotros dijimos esto, el
comisionado dijo esto, y acordamos esto o no lo acordamos; y aquí nos peleamos,
y aquí nos mentamos la madre, lo que haya pasado. Nosotros lo vamos a decir
claramente.
PREGUNTA.- Al término de una reunión habrá una
lectura de la minuta.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nosotros le estamos proponiendo al
Comisionado una conferencia de prensa diaria. Pero parece que ustedes los
periodistas lo han puesto hasta la madre, y no está muy convencido.
PREGUNTA.- ¿Usted ha hablado con Camacho personalmente?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Personalmente no. Por cartas.
Por cartas más serias que las otras, claro.
+ Y ríe porque el hoyito del pasamontañas, que no alcanza
a mostrar la amplitud de su boca sonriente.
PREGUNTA.- ¿Y el comisionado qué dice? ¿Que no se puede
logísticamente?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Dice que habría que ver. Nosotros
proponíamos una conferencia diaria, y él no: mejor hasta que agotemos un punto.
+ Marcos parece cansado de tanto hablar y pensar en lo
que va diciendo. Ha permanecido quieto, sin remover las nalgas como los tres
periodistas que ya no encuentran manera de acomodarse en el asiento duro, y se
tiene la impresión de que podría seguir conversando todo el día que ya empieza,
hasta la noche siguiente. Se han apachurrado un poco sus párpados, eso sí,
porque él ha compartido la desveladota, pero sigue girito: fortachón que
parece, aunque la cara, con todo y pasamontañas, se adivine afilada.
– ¿Qué es lo más importante para usted en las
negociaciones? –pregunta Golden.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- La autonomía administrativa y
política de las regiones indígenas.
PREGUNTA.- Explíquenos eso.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Los compañeros dicen que en las
comunidades en donde la mayoría es indígena, existe de por sí su forma de
gobierno particular, que subyace abajo de la gubernamental. Y dicen: “Lo que
tiene que hace el Gobierno es reconocer que nuestra forma es la que opera, y la
tienen que respetar y no meterse con nosotros”.
PREGUNTA.- ¿A nivel de comunidades?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- De regiones enteras. Lo que están
diciendo los compañeros es que donde hay tzotziles, tzeltales, choles,
tojolabales, opere la forma que tienen para organizarse. Por ejemplo: Ellos
eligen su autoridad y la quitan y la ponen cada que quieren. Pues que sea así.
Y si alguien comete un delito, lo tratan de resolver ahí, en la comunidad, no
lo mandan a otro lugar. Pero entonces el gobierno manda judiciales y eso les
molesta. Dicen: “¿Por qué, si ya lo sancionamos nosotros, lo quieren llevar a
la cárcel? Si yo ya le puse una multa, por qué intervienen ustedes. Se están
metiendo en mi estructura de mando”.
PREGUNTA.- Eso quiere decir: desconocer a la autoridad
policiaca, en este caso.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Sí, eso. Significa desconocer. Que
la policía estatal no se meta.
PREGUNTA.- ¿En nada?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nada más cuando se apele. Cuando
la misma comunidad diga: bueno, esto ya está muy grande y yo no puedo.
Llévenselo.
PREGUNTA.- Para este tipo de cambios se necesitarían
reformas a la Constitución.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Se reformaría el artículo cuarto
de la Constitución para reconocer la existencia de regiones de varias etnias
que tienen su propia estructura… Lo que están planteando al fin de cuentas los
compañeros es un gobierno colectivo a todo nivel. La necesidad de que el
gobernador del estado cogobierne con un grupo de gobernadores indígenas, por
cada etnia.
PREGUNTA.- ¿Es una propuesta que se va a hacer?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Sí, se va a hacer.
PREGUNTA.- ¿Para elegir paralelamente un gobernador
del estado y gobernadores tzotzil, tzeltal, chol, tojolabal…?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Sí. El gobernador del estado sería
el gobernador, y en todo lo referente a las cuestiones indígenas tiene que
ponerse de acuerdo con el cogobernador, o como se llame ese puesto. Y en todo
lo que es el estado, tiene que ponerse de acuerdo todo el pueblo.
PREGUNTA.- Tengo entendido que la democracia en las
comunidades indígenas es muy diferente a nuestro concepto de democracia.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- La comunidad hace un acuerdo y a
eso tiene que estar sujetos todos. El que no cumple el acuerdo es quitado. No
es que se diga: Va a ganar Marcos o va a ganar Felipe. Se dice: Este es el
acuerdo de la comunidad, ¿quién lo va a cumplir? Pues éste, y si no cumple, va
pa’fuera. Cada tanto se reúnen y evalúan: ¿Ese acuerdo se cumplió? No cambian
los acuerdos. Se ve si los cumplen o no los cumplen. Esa misma forma de
democracia es la que luego se impone en el EZLN. El Ejército Zapatista no nace
democrático, nace como una organización político-militar. Pero conforme va
creciendo, la forma de organizarse de las comunidades indígenas permea y domina
a nuestro movimiento, a tal grado que la dirección del EZLN se tiene que
democratizar al modo indígena. Ellos dicen: Hay acuerdos fundamentales sobre
los que no puedes negociar, no tienes margen. Fuera de esos acuerdos
fundamentales, tú tienes chance de hacer otras cosas. Un acuerdo fundamental de
nosotros era empezar la guerra, a más tardar a las cero horas del primero de
enero de 94 o el 31 de diciembre del 93, pero a fuerzas tienes que empezar.
PREGUNTA.- ¿Ese mismo sistema se siguió para elegir
a los delegados zapatistas a las jornadas de diálogo?
PREGUNTA.- ¿Usted va a ir, Marcos?
+ Marcos duda de que vaya a tomar parte en los diálogos,
y confía a los reporteros, confidencialmente durante la entrevista, lo que
Camacho anunció públicamente un poco después; que las jornadas se van a iniciar
este lunes en San Cristóbal de las Casas. Responde luego a la pregunta que se
quedó colgando.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Para elegir a los delegados, los
comités, porque son varios los comités clandestinos revolucionarios indígenas,
se reúnen y dicen: Esto es lo que se va a pedir, esto lo puedes decir tú. Esto
me lo tienes que preguntar, esto de plano no. Una de las cosas que de plano no,
es la entrega de nuestras armas como inicio del proceso del diálogo. Entonces
ellos dicen: ¿A quién mandamos? ¿Con quién vamos a negociar? Pues con el
gobierno. Entonces se ponen a escoger a los que saben hablar y argumentar
mejor, y a los que más o menos manejan el español. Esos son los que están
mandando. Pero ya les dijeron cómo tienen que hacerlo. Tampoco quieren
pichones. Cada comité está mandando sus gallitos.
+ Golden se distrae un momento observando las manos que
Marcos tiene entrelazadas al frente.
PREGUNTA.- ¿Te comes las uñas, Marcos?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No. Así me las corto.
PREGUNTA.- ¿Cuántos delegados indígenas irán a las
pláticas?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Quince.
– ¿Dónde está el fantasma de Chinameca al que usted
aludió alguna vez, subcomandante? –pregunta Hinojosa.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- En todo el proceso del diálogo. En
el momento en que el gobierno decida que es posible dar un golpe de ese tipo.
Que deba meditarlo, lo va a hacer, nadie lo dude. Que llegue y diga: Bueno,
ahorita sí lo puedo hacer y voy a salir a mano, lo va a hacer. O sea: va a
aniquilar a los que estén ahí, porque él sabe que va la dirección, no va un
comisionado. El manda un comisionado, pero por nosotros va la dirección de
nuestro movimiento. lo puede hacer en el momento en que le reditúe y pueda
torear las protestas que surjan. Sea en San Cristóbal o en la selva o
dondequiera, lo va a hacer.
+ Sigue el desorden de preguntas porque los reporteros
están cansados, pero muy ansiosos de que no se acabe el tiempo sin preguntar lo
que planearon mucho antes de salir a las montañas.
REPORTEROS.- No nos vaya a regañar como a los
de La Jornada, por no hacer las preguntas que debían.
+ Menea la cabeza el Sub. Se ríe y se esconde el
mechoncito que sale del pasamontañas. Tiene manos finas, como de pianista:
dedos largos y delgados terminados en punta chata, se coma o no las uñas.
PREGUNTA.- ¿Y la gente de los derechos humanos no les da
guerra a ustedes?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Cómo no. Aunque sí, ha habido
violaciones por parte de nuestros compañeros. Sobre todo hostigamiento verbal
en algunas partes. Eso fue lo que denunció el Consejo de Derechos Humanos, y
era cierto. Lo mandó investigar nuestro Comité. Y sí. Algunos estaban
amenazando a la gente para que se unieran al Ejército Zapatista. Porque si no,
cuando llegaran los soldados iban a matar a todos. Entonces les cayó nuestro
Comité y arrestó a cuatro compañeros culpables. Lo que sí es mentira es eso de
que rompíamos y entrábamos y todo lo demás que nos achacan.
+ De pronto, un súbito salto al tema de la teología de la
liberación:
PREGUNTA.- Usted ha soslayado, intencionalmente o
tácticamente, la posible influencia de la teología de la liberación en el
Ejército Zapatista.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No hay elementos religiosos, o de
la estructura religiosa, o de la jerarquía religiosa, ni en la dirección ni en
la orientación ideológica del Ejército Zapatista. Esta es la verdad. Lo que
pasa es que en este estado, en concreto, ha habido un trabajo social muy
profundo por parte de la Iglesia. Y los compañeros saben bien eso: que ese
trabajo iba precisamente en sentido contrario a la lucha armada, no obstante
que estaba de moda El Salvador, Nicaragua y todo eso. Se decía que allá sí,
pero en México no es posible; debe haber un cambio pacífico, con movilizaciones
democráticas abiertas. Todo el esfuerzo de la Iglesia que trabaja aquí iba en
ese sentido.
PREGUNTA.- De algún modo la Iglesia concientizaba de
su situación a las comunidades indígenas.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- No. Desde que nosotros llegamos se
produce un choque. Nosotros decimos: Se va a necesitar la lucha armada y hay
que prepararse para ella. Y ellos decían: no. Hay que dirigir el esfuerzo en proyectos
económicos, de salud, que resuelvan las necesidades indígenas.
PREGUNTA.- ¿Eso crea pugnas?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Sí, pero nosotros dejamos que la
realidad se impusiera. Los compañeros hacen el proyecto, hacen el esfuerzo,
pero el Estado los ahorca otra vez y la cuota de muertes se va incrementando,
incrementando. Cuando nosotros llegamos, encontramos que la gente está clara de
sus condiciones de vida. No está pensando que vive bien o que está pobre porque
Dios así lo quiso. Políticamente, la Iglesia plantea un encaminarse a esta
participación política abierta. Nosotros llegamos y decimos: hay que prepararse
en el otro sentido. Pero tratamos de no chocar, sino de que el tiempo nos fuera
dando la razón. Y mientras, necesitábamos prepararnos, aprender, porque nadie
nos daba asesoría militar ni armas, ni nada. Teníamos que aprender desde cómo
prepararnos, firmes, cómo saludar y todo eso.
PREGUNTA.- A don Samuel se le acusó de que
la Iglesia creaba un caldo de cultivo favorable a la lucha armada.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Nosotros, que estuvimos allí,
sabemos que el esfuerzo de la diócesis iba precisamente en el sentido
contrario. Si no hubo un choque directo, es porque lo evitamos. Nosotros
pensamos que la realidad también educa. Y que el Estado mexicano estaba de
nuestro lado en el sentido de que iba a demostrar que no bastaba con esa lucha,
sino que se necesitaba otra.
PREGUNTA.- El carácter mediador de don Samuel.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Lo que pasa es que en el Ejército
Zapatista la dirección real –no es propaganda– es indígena. y ellos reconocen
en don Samuel a alguien que no es del enemigo, y saben también que no es de
nosotros. Entonces cuando ellos dicen: bueno, quién va a estar en medio para
poder hablar: pues don Samuel. El ha estado en medio de por sí.
PREGUNTA.- ¿Cómo evalúan en todo este proceso
–tercia Tim Golden– el papel de don Samuel? El hecho de que él haya lanzado una
llamada tan fuerte y tan inmediata permitió saber las causas profundas del
levantamiento. ¿No tuvo un rol importante en cambiar la visión de la sociedad
mexicana hacia ustedes?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- La verdad, yo te digo lo que
pienso. Lo que hace que la sociedad cambie la forma de vernos, es la prensa. Ni
siquiera la televisión: la prensa escrita, los fotógrafos y todo eso. Porque no
es que don Samuel no vea las causas. Es que cuando los mismos periodistas
dicen: ¿Ya ven?, no, pues que sí son indígenas, no son extranjeros y ya vimos
que viven así y todo eso. En realidad los que despiertan ese cambio o esa
desconfianza crítica, que nada tiene que ver con lo que está diciendo el
gobierno, es la prensa escrita. Fue eso. No el gobierno, ni nuestras armas;
tampoco don Samuel ni Camacho. Es la prensa, que le busca y le busca y empieza
a sacar cosas y más cosas, y uno dice: Espérate, a ver, algo está pasando.
PREGUNTA.- Sí tienes barba, Marcos.
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Lo que ocurre es que la misma
prensa, en su movimiento dialéctico, se vuelve luego contra sí misma. Primero:
que Marcos, Marcos, Marcos. Y ahora: pinche Marcos, pinche Marcos, por qué nada
más Marcos. Y la verdad es que Marcos no dijo nada. La que hizo el desmadre fue
la misma prensa, y ahora se están quejando de que por qué Marcos es
protagonista. Me siento como que me están interrogando en San Cristóbal.
+ La mañana clarea definitivamente. Son las ocho. Es hora
de poner fin.
PREGUNTA.- ¿Y el país, Marcos? ¿Qué opinión tiene
del futuro del país?
SUBCOMANDANTE MARCOS.- Les voy a poner un ejemplo. Hay
una ley de la guerrilla respecto a la velocidad de una columna guerrillera.
Dice que la velocidad de la columna guerrillera es tan rápida como el hombre
más lento. En este caso, este país debe ser igual. ¿Cuál debe ser su avance
económico? Tan rápido como su estado más pobre. Entonces no puede ser que una
parte del país entre en el Primer Mundo, mientras la otra, o sea la nuestra, es
aniquilada…