Juan Pablo Proal/ Proceso
“La culpa de la crisis de México la tienen los neonazis”.
“La violencia del país se terminará cuando pongamos fin al Nuevo Orden
Mundial”. “Sin duda, gran parte de la miseria está ligada a la intervención de
un ataque extraterrestre”. “La masonería infiltró a todos los niveles de
gobierno y toma las decisiones por nosotros”.
La era del periodismo digital trajo consigo una
participación activa y circular de los lectores. “El consumidor de información
ya no es un ser pasivo que recibe la información empaquetada por otros”, matizó
Rosental C. Alves, director del Knight Center for Journalism in the
Americas de la Universidad de Texas.
“La nuestra es una cultura multitarea, de acumular todas
las actividades posibles en el menor periodo posible”, reflexiona Bree
Nordenson, periodista del Columbia Journalism Review, en el ensayo “¡Sobrecarga!
La batalla por la importancia del periodismo en la época del exceso de
información”.
Leer los comentarios a las noticias, reportajes,
crónicas, entrevistas y artículos de cualquier sitio informativo es un
ejercicio que nos muestra la selva de ismos que integra la compleja realidad
mexicana. Hay quien aprovecha cualquier texto para advertir de la necesidad de
que todos nos volvamos cristianos. Unos más achacan a “El Peje” cualquier
punto negro en la historia contemporánea. Otros más tejen cualquier hilo con la
hipótesis de la conspiración Illuminati…Prevalece una constante: la poca
formación respecto al ejercicio periodístico.
“¡Qué pésimo reportaje!”, denuesta algún cibernauta
cuando lee un artículo de opinión. “¡Excelente nota informativa!”, halaga otro
para referirse a una crónica… En una época donde la noticia está más cercana a
los ciudadanos que el agua embotellada, conviene preguntar si es necesario que
el sistema escolar dedique asignaturas suficientes a la enseñanza del
periodismo, el funcionamiento de los medios de comunicación y la lectura de
noticias.
El promedio de escolaridad de los mexicanos de 15 y más
años es de 8.6 grados, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía. En la “Encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumos
culturales”, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes advierte que el 55
por ciento de la población jamás ha visitado una biblioteca. El índice de
lectura tampoco favorece al país, ubicado en el número 108 de 109 países
estudiados por la UNESCO en 2012.
Hablamos de una nación desnutrida de formación
intelectual.
Estos mismos habitantes se enfrentan a diario con
noticias basura, mal escritas, peor investigadas. El ¿lector? las husmea con
catódica velocidad, y, lejos de emprender un proceso reflexivo, las acopla a su
personal universo de explicaciones cósmicas.
En su libro “La explosión del periodismo, internet pone
en jaque a los medios tradicionales”, el investigador Ignacio Ramonet alerta:
“(…) las computadoras, Google, Twitter y las multitareas nos
alejan de las formas de pensamiento que exigen reflexión y concentración, lo
que transforma poco a poco nuestro modo de funcionamiento intelectual. Nos
convierten en seres más eficientes procesando información. Internet, con su
abigarrado hipertexto y su inmensa cantidad de información, nos invita a
movernos entre contenidos, y podría hacernos perder la capacidad de leer textos
largos y complejos”.
No muy diferente a lo que anticipaba Giovanni
Sartori en su clásico “Homo videns” respecto a los efectos de la
televisión: “Produce imágenes y anula los conceptos, y de este modo atrofia
nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de
entender”.
En México los sitios noticiosos no se encuentran entre lo
más consumido por los cibernautas. Alexa, un sitio especializado en medir
las audiencias digitales, ubica a Google.com, Facebook,Google.com.mx, Youtube, Live.com, Yahoo, Twitter,
Wikipedia, MSN yMercado Libre como los diez espacios más consultados
por los lectores. La página del periódico “El Universal” – repleta de
notas sobre chismes de la farándula- es la única fuente noticiosa que se ubica
entre los primeros veinte lugares de visitas.
Facebook, Youtube y páginas relacionadas con la
escuela y el trabajo son las tres principales actividades de los cibernautas
mexicanos, apuntala, aparte, un artículo de la Revista Mexicana de la
Comunicación con datos del INEGI y la Asociación Mexicana de la Industria
Publicitaria y Comercial de Internet.
Estamos en una era donde el debate sobre los medios de
comunicación está obsesivamente orientado a la posible muerte del periodismo.
Hay quienes lo ven sólo como una crisis momentánea, como la ocurrida con el aumento
de impuestos en 1765 con la fatídica “Ley Negra” en Londres. Otros más no
observan más que salvación para ciertas publicaciones de culto o medios
especializados. Lo cierto es que los medios impresos están en crisis, la
información “gratuita” asciende como barata de centro comercial y el público
sufre déficit de atención. Para el lector común, el periodismo es sólo un
entretenimiento más, mientras zapea la televisión, chatea por WhatsApp y
se rasca la nariz.
El mayor problema es que el periodismo es el contrapoder
de los abusos cometidos por los tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y
Judicial. Un necesario opositor aliado de la sociedad. Lo plantea así el
estudioso de los medios Arcadi Espada en “El fin de los
periódicos”:
“La desaparición del mediador ha sido desde hace mucho
tiempo una reivindicación de los más poderosos. Desde que fue técnicamente
concebible la comunicación directa con los ciudadanos, los poderosos han
tratado de eludir de mil maneras la aduana del periodismo. Esa aduana que en su
funcionamiento ideal es una garantía de la veracidad de los discursos (…) El
objetivo fundamental del periodismo no es la narración de historias veraces.
Esto puede hacerse al margen del periodismo, en el cine y en los libros. El
periodismo es, esencialmente, mediación y selección constante sobre los
hechos”.
El abaratamiento de la información, irremediablemente,
trae consigo el abaratamiento del lector. Un ciudadano ahogado de rapidez es
cómodo a los poderes, un revolucionario más de café matutino. Un necio casado
con sus cegueras.
Mientras los lectores de noticias sean entes autómatas
más cercanos a la robótica que al humanismo, los poderes en México –glotones
insaciables sin migajas de culpa- permanecerán impunes, si acaso ligeramente
molestados por el escaso periodismo valiente que sobrevive. El buen periodismo
necesita, vitalmente, de buenos lectores. En caso contrario, no habrá vacuna
que detenga el virus de insulsa rapidez.