jueves, 13 de junio de 2013

El soldado

Ventura Cota Borbón
No recuerdo exactamente el año pero debió ser más o menos en 1974 cuando quien esto pergeña, mientras andaba vagando por los terrenos que cubren la Termoeléctrica -ya fuera de funciones-, sobre unas piedras que baña la mar, me encontré dos singulares juguetes: un trompo enorme de palo-fierro y un soldadito de plomo de aproximadamente dos centímetros de altura.

El trompo, estuvo durante mucho tiempo como el cómplice de mis juegos, y de pronto sin saber cómo o porqué y sobre todo dónde, se desapareció. Lástima porque como menciono, ese “trompito” (era del tamaño de un puño de adulto) tan resistente rompió a varios de sus “homólogos”. Recuerdo que un vecino de Punta Arena, testigo de los juegos de chamacos, lo llamaba “Enrique Claussen”. Ignoro francamente las razones.

Sobre el otro preciado encuentro –el soldado de plomo-, puedo escribir que aún forma parte de mis tesoros y que diario vigila desde su alcázar (actualmente la torre de mi CPU) lo que hago o dejo de hacer.

No sé por qué ha estado tanto tiempo conmigo. De hecho estuvo extraviado unos años y de pronto al hacer limpieza en la casa, apareció. Desde entonces lo conservo ya a resguardo considerando que lo encontré cuando tenía yo la edad de once o doce años y pues ya son casi cuarenta los que ha estado en mi compañía.

Mi soldado ha estado al pie de la cureña firme y sin queja alguna ya muchos años y espero que siga dándole el valor que se merece y pase a formar parte de las cosas preciadas de algún nieto.

Que tenga usted un excelente jueves de armonía.