Ventura Cota Borbón
Sinceramente no me explico por qué ciertos colegas comunicadores y
periodistas hacen uso de una falsa libertad de expresión, misma que una vez
rebasada ésta se cae en el libertinaje ramplón.
Muchos creen que hablar de más sobre cierto personaje público los hace
ser periodistas valientes. Es decir, podemos criticar el accionar de equis servidor
o equis político, pero meterse con la vida privada eso ya es caer en la
corrientada.
Escuchaba el viernes próximo pasado a un locutor –cuyo nombre me reservo
por no entrar en dimes y diretes-, de una radio local despotricar en contra de
un funcionario municipal de la vecina ciudad de Empalme.
Todo bien cuando habla acerca de su desempeño en la administración y
función que desde hace poco tiempo lleva a cabo. Pero cuando empezó a referirse
a su vida privada y muy personal ya la crítica adquiere otro matiz.
A la gente por ejemplo qué le interesa si fulano o zutano es gay u
homosexual. Qué le importa si tiene una amante o un amante. Por qué debemos
enterarnos acerca de sus inclinaciones sexuales. Al lector o al radioescucha le
importa más si tal o cual funcionario público está obrando mal en su labor o
viceversa.
Creen estos psudoperiodistas que difamando o calumniando o “ventaneando”
la vida íntima de esos políticos los hace más valientes o más valiosos ante los
demás.
Debemos ser respetuosos de la vida personal de cada quien. Si debemos
hacer una crítica sobre alguien que sea ésta acerca de su desempeño dentro del
servicio público o privado, pero no de si fulano o zutano tiene desviaciones sexuales
o de otro tipo.
En fin, mientras se siga ejerciendo ese tipo de “periodismo” a todos nos
tasarán por igual y siempre seremos catalogados como mitoteros, pedigüeños,
chayoteros, ratas, difamadores y es sabido que como en cualquier profesión existen
excepciones.
La empresa de Clase Mundial
Comisión Federal de Electricidad ante el requerimiento de un particular
se vio en la necesidad de dar a conocer cuántos empleados son beneficiados con
servicio gratis.
La paraestatal anunció que la cifra es cercana a los noventa y siete mil
empleados quienes cubren una mínima parte del consumo.
Está pendiente de explicar a cuánto asciende en dinero dichas canonjías…
Lo malo de esa “prestación” a personal de base, sindicalizada y temporal,
es que la mayoría de ellos hacen una uso indiscriminado de dicho regalo ya que
en sus casas el derroche es criminal y es obvio que éste lo tenemos que pagar
los ciudadanos de tercera, como usted o yo que nada tiene qué ver con la CFE.