Ventura Cota Borbón

Lo que sí no se esperaba, es que Omar, a quien considero un hombre serio
y muy coherente, llenara de no tan subrepticios elogios y sí públicos al ex
presidente y hoy en rechazo popular, César
Adrián Lizárraga Hernández. Pero la política es de fondos y formas, además
de hipocresías.
Cuando leí el boletín que envió a los medios el Comité Municipal del
PAN,la cabeza parecía mandar un mensaje muy claro a Lizárraga Hernández cuando
Omar afirma que “…pertenezco a una generación que no le tiene miedo a
decir la verdad, que no escalona y basa su crecimiento en la traición y la
mentira, que no acuerda con otros partidos para hundir a un militante panista”, ya que se corrió un
rumor mucho antes de las elecciones que el candidato a la local había negociado
la derrota del candidato a la municipal (César pues traicionando a Aguilar
Juárez).
Sin ambargo, personas presentes en el evento
de ayer domingo, vía telefónica me expresaron que Omar dentro del resto de su
discruso inaugural como cabeza panista, llenó de elogios a al ex alcalde. Tendré
que confirmarlo con el propio presidente del PAN local.
Si Omar quiere hacer un buen papel dentro del
partido y llevarlo lejos en el amplio sentido del término, debe deslindarse de
César Lizárraga hasta que una autoridad –si es que se animan-, lo declare
exonerado de todo lo que se le acusa, de lo contrario se convertiría en
cómplice y el repudio sería generalizado.
Omar –lo he escrito en varias ocasiones en
este espacio y lo sigo afirmando-, es un buen tipo, bien intencionado, ha
aprendido a hacer política, pero necesita poner los puntos sobre las íes en ese
aspecto y empezar a barrer la porquería de lo que aún está infestado el partido
albiazul porque sino su fracaso está garantizado. Todo empezó a ir mal desde
que aceptó que el conciliábulo se llevara a cabo en casa del César.
Deudas
perennes

Otto Claussen ante su visible
incapacidad de negociar sin perjudicar, decide tomar el camino más fácil al
solicitar un crédito pagadero según se conoce, en ¡veinte años! Y eso está
cabrón.
Obviamente, la votación a favor de dicha
estulticia se dio y será inevitable.
Ni modo, Otto
Claussen desde el principio dio muestras que no puede con el paquete
encomendado; a pesar de que lo estuvo buscando por años, hoy que tiene la
oportunidad de reivindicarse ente los suyos, echa al caño todo.