Ventura Cota Borbón
En la Biblia, en uno
de los capítulos –creo que es con San Marcos-, se reza al Dios o al Padre de la
siguiente forma:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea
tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como
en el cielo, danos el pan nuestro de cada día, perdona nuestros pecados como
nosotros perdonamos a quienes nos ofenden –debería decir
debemos perdonar a quienes nos
ofenden por que la mayoría somos rencorosos y el perdón sólo lo otorgan los
nobles-, no nos dejes caer en la
tentación y libéranos del maligno [sic].
Dicha oración por eso
me gusta, porque al orar, al pedir es incluyente, no refiere al padre tuyo, al
padre de él, al padre de ella, al padre de ellos, al padre mío, alcanza en
general al padre de todos: PADRE NUESTRO y quita de tajo la arrogancia del
simplismo.
Cada mañana me
acostumbré –por sugerencia de un buen amigo a quien por cierto no he visto en
algunos meses, mi buen Chava-, al
despertar me encomiendo al Buen Padre como yo lo entiendo y Él me entiende y
obra como cuestión de fe o psicológica, un manto de paz y tranquilidad sobre
mí. Debo decir que a veces me funciona y otras debido a mi negativismo, se va
al piso.
En el caso de los
Diez Mandamientos o decálogo de la ley de Moisés, no me apego mucho porque son
dogmáticos y uno de ellos, exclusivista y misógino. En el orden acostumbrado
exige dicha ley que:
1.- Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2.- No pronunciarás el nombre de Dios en vano.
3.- Santificarás las fiestas.
4.- Honrarás a tu padre y a tu madre.
5.- No matarás.
6.- No desearás a la mujer
de tu prójimo.
7.- No robarás.
8.- No dirás falsos testimonios ni mentirás.
9.- No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10.- No codiciarás los bienes ajenos.
Subrayé el sexto
porque también la mujer desea al hombre de su prójimo, entonces, ¿por qué tan
cerrado? ¿Fallas del comendador?
Me quiero imaginar cuál
sería el curso de la Humanidad si los Diez Mandamientos mosaicos no hubieran
sido presentados como un rígido mandato en lugar de ser sugerencias y que cada
quien las siguiera como pudiera.
En fin, sigo pensando
en la benignidad del PADRE NUESTRO. No tuyo, no mío, no de él, no de ella, no
de ellos, es de todos.
Pd: Las mentadas de madre se reciben vía correo electrónico.