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La película que
menciono, fue filmada en 1963 -año en que quien esto pergeña apenas estaba en
el saco testicular de mi padre-, y a pesar de que la he visto unas seis
ocasiones, nunca me ha enfadado. Es más, forma parte de mis proyecciones
cinematográficas preferidas.
En “El hombre de
papel”, López Tarso interpreta a una persona con capacidades diferentes: es mudo,
mas no sordo. Una rara situación tomando en cuenta que quien carece del sentido
del habla por lo regular también le falla el oído, sin embargo, de acuerdo al
filme, es un caso que padece el 3% de la población.
Según la trama, el “mudo”
hurgando entre la basura por casualidad encuentra un billete de ¡diez mil
pesos! Una cantidad muy respetable en aquellos tiempos, aun ahora lo sigue
siendo; ello da pie a que quienes le rodean se sientan de pronto “atraídos” y
buscan de mil maneras despojar al indigente de tan valioso hallazgo.
El director de esta
película, basado en el libro de Luis
Spota titulado “El billete”, hace
una gran adaptación y deja entrever en la misma, que el ser humano por
antonomasia, es avaro, envidioso y aprovechado de la inocencia e ignorancia de
sus semejantes. (Cómo me huele a político).
El mudo, después de
una serie de circunstancias de distinta índole, en las que la gente pretende
quitarle con engaños el famoso billete, sin quererlo, y después de hacer una
defensa implacable contra el despojo, lo entrega “mansamente” a un ventrílocuo
(papel interpretado por el sonorense Luis
Aguilar), quien a cambio da un muñeco, su muñeco de trabajo (Titino), el cual
según él le iba a ayudar con el “habla” y podría darse a entender con
facilidad.
Con voz aguardentosa,
el alcohólico ventrílocuo le explica a su víctima que para que el muñeco
funcione debe dejarlo descansar doce horas y después darle cuerda…Impaciente el
mudo esperó al día siguiente para darse cuenta del engaño.
Sin duda, una joya
del cine mexicano y con enorme mensaje que desafortunadamente no captamos y
mucho menos llevamos a la práctica porque estamos envueltos en un mundo que se
ha vuelto insensible.