Ventura Cota Borbón

La realidad es que
Otto Claussen no quiere adelgazar la nómina como afirma. Otto desea quitar de en
medio a ciertos sectores de empleados que le estorban y qué mejor manera de
hacerlo tomando como infantil pretexto el esgrimido por el munícipe.
No quiere, como dice
Claussen ahorrar dinero para hacer obra comunitaria. Si en realidad esa fuera
la razón, no crearía puestos exprofeso para sus amigos y allegados.
Caso muy concreto e
ilustrativo de muchos que ya son conocidos, es el acomodo de su sobrino de
apellido Bellot Claussen, en una
subsecretaría de Servicios públicos Municipales, quien según dicho de muchos
empleados de esa dependencia, el muchacho no sirve más que para estorbar. Un
factótum que resulta oneroso para los contribuyentes guaymenses.
Claussen se la ha
pasado en todo lo que va de su administración, quejándose de todo. Así como en
su momento el ex alcalde César Lizárraga
echó la culpa de su fracaso al fenómeno natural Jimena, de ese mismo modo, el “Nazi”
despotrica contra su antecesor, pero de las palabras no pasa a los hechos al
proceder vía judicial contra él. Se colige, como ya se ha dicho, que Claussen,
en la reciente vista del Gobernador, llegó a un acuerdo tácito para no tocar a
Lizárraga.
El caso es que los
únicos que están pagando el desmán de ambos políticos, son los trabajadores
despedidos a quienes por cierto según les dijo Claussen, les otorgará su
finiquito cuando haya dinero en las arcas…O sea, nunca.
Pobres guaymenses tan
tontos que somos cuando permitimos que cualquier cáfila de inverecundos vengan
a hacer y deshacer a su antojo, finalmente saben que la impunidad prevalece
sobre cualquier inconformidad.