domingo, 25 de diciembre de 2011

Ayer faltó alguien en la mesa

Por Ventura Cota y Borbón III
El maremágnun de compras desenfrenadas y a veces sin sentido, quedó atrás hace unas horas. También se fue el acontecimiento más importante de los cristianos: el nacimiento de Jesús y hoy, recién amanece, asomo la mirada a la calles aledañas a mi hogar y veo desolación, basura –huellas de la cena y jugueteada de ayer-, y uno que otro despistado que anda amanecido con su borrachera a cuestas ya casi llegándole las "crudas" –morales y físicas.

Como otros años, la reunión familiar desde tempranas horas en casa de mis padres no podía faltar y una vez que el reloj marcó las doce, del par de bebés que hay en la familia, uno dio rienda suelta a su alegría abriendo muchos regalos de parte de todas sus tías, abuelos y bisabuelos. Le fue bien a Nahomi Alexandra.

Antes de eso, sentados en una enorme mesa –literalmente es así, enorme-, con capacidad para sentarse unas doce personas, dimos rienda suelta al diente para acabar con las viandas que para la ocasión se disponen y los tamales, pozole, menudo, pierna y otras cosas más, se fueron consumiendo.

Como siempre y nunca puede faltar en esta fecha decembrina, la nostalgia nos visitó. Un lugar que desde hace casi doce años no se ocupa, permaneció vació. La silla que que mi madre María Dolores dejó para ir en busca de su vida espiritual a un lado del Poder Superior, permaneció como ella la dejó.

Esta vez y desde ya hace algunos años, el dolor por su ausencia no fue tal. Más bien, como sabíamos que desde donde mora actualmente nos ve, la estuvimos recordando cada quien a su modo dentro de su corazón y a pesar de que nostalgia es la persecución de un dolor anhelado, ésta trabajó en sentido contrario. Espiritualmente mi madre nos acompañó.

En fin, cada quien recuerda a sus muertitos del modo que mejor le parezca e igualmente si su ausencia produce dolor, también a veces la misma deja un aliento de esperanza sabiendo que ellos –quienes se adelantaron a la Gloria de Dios-, están bien. Así sentimos a mi madre la noche de ayer.